Según Fernando Bianco (1992) la Jerarquía Familiar es la siguiente:
"Crecer en un concepto de familia conformada por los padres, los hijos y los adherentes a este grupo, fomentar la existencia de un orden familiar jerárquico, en el que cual el primer lugar de este esta conformado por los padres, el segundo lugar por la reunión familiar, el tercer lugar por los hijos, y el cuarto lugar por los adherentes al grupo familiar".
JERARQUÍA FAMILIAR
La jerarquía
familiar es definida como el grado de autoridad o influencia de un miembro en
el sistema familiar. Define la función de poder y la diferencia de roles en los
subsistemas familiares.
En una
familia con hijos existen dos subsistemas. El subsistema parental y el subsistema
filiar (hijos). Lo ideal es que no existan diferencias jerárquicas
entre los individuos de una misma generación. Es decir, que ambos padres tengas
el mismo poder, autoridad y apoyo ante la mirada de los hijos.
El modelo
familiar “antiguo” presentaba una diferencia a nivel jerárquico en el
subsistema parental, el padre ejercía más autoridad que la madre. Este cambio a
un poder igualitario nos conduce a una estructura familiar más sana según
apoyan los estudios experimentales sistémicos.
En las
familias puede existir la democracia, pero con cautela sobre todo en los
primeros años de vida de los niños. La sencilla razón es porque para que la
democracia sea eficaz se necesitan que todos los miembros estén en igualdad de
condiciones y los niños, aún no están preparados, no tienen desarrolladas sus
capacidades cognitivas y emocionales y, por tanto, necesitan de unos adultos
que les ayuden a construirse a sí mismos.
Desde la
terapia de familia uno de los aspectos importantes a trabajar es la posición
jerárquica de los miembros en una estructura familiar. Ocupar un lugar por
encima o por debajo de la jerarquía en función de tu rol puede ser un factor de
vulnerabilidad para experimentar patología. Un hijo que actúa como padre de su
padre o lo complementario, un padre que no ejerce su jerarquía, implica una
desestructuración y como consecuencia una dinámica familiar patológica.
SUBSISTEMAS
El
primer subsistema que se construye es el de la pareja. Se constituye
cuando dos adultos se unen con la intención de constituir una familia. Entre
las tareas que requiere esta etapa están las de desarrollar pautas en las que
cada uno apoya al otro en varias facetas de su vida y de manera mutua. Se cede
parte de la individualidad para crear un sentido de pertenencia al sistema
familiar que se está construyendo.
Con el nacimiento del primer hijo se constituye el subsistema parental.
En esta etapa se requiere que los padres e hijos conozcan y acepten un uso
diferenciado de la autoridad, “el maestro y el aprendiz”.
El
“subsistema fraterno” se crea con el nacimiento de un segundo o infinitos
hijos.
Este subsistema es un laboratorio en el que los niños aprenden a gestionar la
relación entre iguales, a negociar, cooperar y competir
Para que el
funcionamiento familiar sea adecuado, los límites de los subsistemas deben ser
claros. La claridad de los límites en el interior de una familia constituye un
parámetro útil para la evaluación de su funcionamiento. Deben definirse con
suficiente precisión como para permitir a los miembros de los subsistemas el
desarrollo de sus funciones sin interferencias, pero también deben permitir el
contacto entre los miembros del subsistema y los otros.
Desde la
terapia se consideran familias “funcionales” aquellas en las que las relaciones
jerárquicas son claras y los padres, como subsistema, ocupan una posición
superior a la de los hijos.
En las
familias con dificultades esta estructura no suele estar bien definida.
Puede haber
casos en los que se encuentre que la madre o el padre están aliados con los
hijos en oposición al otro progenitor lo que implica que el progenitor aliado
ocupa una posición inferior en la jerarquía. Esto se llama coalición intergeneracional.
En este tipo de coaliciones, se objetiva la dificultad de los progenitores para
afrontar conflictos entre adultos, los padres no afrontan discusiones mediante
el recurso de reclutar a un tercero como aliado provocando un conflicto de
lealtades y la susceptibilidad de enfermedad en ese hijo.
En una
coalición intergeneracional existen numerosos problemas porque se le resta
demasiado poder a por lo menos uno de los adultos, y les da demasiado poder a
los hijos, aunque este poder realmente es ilusorio y que está al servicio de
los adultos.
Otro ejemplo es el hijo parentificado. En algunas
familias disfuncionales se puede encontrar que se ha dado a los hijos de manera
implícita una posición demasiado elevada en la toma de decisiones familiares.
De esta manera, los hijos tienen un rol que supera sus competencias e incluso
se podría decir que estos niños ocupan un rol de padre de sus propios padres, o
de padre de sus hermanos. La función no es dañina es si misma, pero si lo es
cuando es un rol “escondido y no claro” e inapropiado para las competencias que
tiene el niño. Esto se observa con frecuencia en las familias que falta un
progenitor, en parejas que tienen muchas dificultades o parejas separadas, el
hijo funciona como “pareja sustituta”. Aquí hay una inversión de los niveles
jerárquicos.
Si hay
jerarquía existen mayores probabilidades de crear un sistema familiar
saludable. Ambos padres deben
ejercer el mismo nivel de autoridad, de ahí que las frases como “lo que diga tu
padre” son un ejemplo de lo que no es igualdad.
A los niños
pequeños, hasta la adolescencia, hay que mirarlos asumiendo nuestra posición de
sabiduría, ellos nos miran buscando seguridad, cariño, protección y una guía.
Si les pedimos que opinen o decidan en exceso les estamos sometiendo a
cuestiones que superan su desarrollo cognitivo y emocional y, por tanto,
pasando por frustraciones que no les tocan por edad.
Con la
adolescencia, comienza el progresivo, ¡progresivo no lo olvidemos!, cambio de
un modelo cada vez más democrático, pero aun necesitan de los pilares de sus
padres en sus decisiones diarias.
La autoridad no es un gran mal, una autoridad con conciencia, que no
ejerce agresión es muy saludable pues es una fuente de seguridad que necesitan
los hijos. Que cada miembro se siente en su silla y acepte su papel.
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